El éxito inicial permitió la expansión de la actividad y la búsqueda de metas nuevas y más ambiciosas. Se había demostrado que la comunidad creada en los talleres componía el capital humano necesario para unirse al empuje de la moderna metalurgia. Fallecido su fundador en el año 1911, la factoría siguió una progresión destacada, convirtiéndose en referencia del sector de la trefilería en España.
“Y entonces, el fuego y humo que vomitan las altas chimeneas, alumbran flameantes y adornan con densas nubes el espacio; el canto del obrero y el estridor de las máquinas alegran y ahogan el rumor de las corrientes. Se construyen las viviendas, se forma una colonia, que muy pronto es un villaje, y un burgo, y una ciudad. Surgen los establecimientos para la venta de los artículos de consumo; se edifica la escuela para la enseñanza; la iglesia, para la oración; el hospital, para el accidente y la enfermedad, y así, en breve tiempo, aquellas soledades un día misérrimas, estériles y despobladas, se transforman en un emporio de vida, de salud y de riqueza.
(…) En resumen, que en el plazo de unos cuarenta años, los modestísimos molinos fueron la matriz generadora del primer centro productor de la provincia, y de algo semejante a la realización de un cuento de las mil y una noches, en el que mil operarios, hijos de la localidad la mayoría, venidos de fuera los menos, en gran parte allí especializados, forman un pueblo importante y moderno”.
Ángel Pulido Fernández: La degeneración del socio-sindicalismo. Necesidad de su regeneración higiénica y moral, Casa Editorial de M. Núñez Samper, Madrid, 1920.